jueves, 22 de diciembre de 2022

El profesor

 

Cuando terminó la pandemia de Covid 19, tenía clases presenciales con un profesor que le tiraba onda a todas las alumnas jóvenes. Piensen que mis compañeras suelen ser veinteañeras. Desde el primer día me había causado gracias la forma en que un grupo (que se sentaba al fondo en la misma fija que yo) lo beboteaban mal.

Como dije a mí me hacía gracia, y solía aprovechar el uso del cubre bocas para reírme tranquila. Hasta que note que el profesor se dio cuenta que me reía del jueguito que se traía con las cuatro de atrás mío y note que cada vez que alguna de ellas decía una estupidez (porque no agarraban un texto ni porque su vida dependiera de ello) él me clavaba la mirada. Tiene la misma forma de mirar que yo: directa a los ojos. ¿saben de qué tipo de mirada hablo? Esa que no te deja evadirla, que se clava en los ojos esperando que te des por aludido y te hace una pregunta en silencio. Es la mirada que dice todo sin decir nada. Yo sé leerla porque la uso todo el tiempo.

Cuando me miraba así me estaba desafiando a que corrija la boludez que estaba diciendo la bebota de turno. Cosa que no estaba en mis planes hacer, así que trate de dejar de reírme y empezar a participar en clase, para demostrar que yo si estudiaba y que no me reía sólo por forra.

Las interacciones de la clase cambiaron con mi participación, porque los que si estudiaban empezaron a participar y las charlas fueron mucho más ricas en contenido. Cosa que agradecía mucho. Aunque las chicas del fondo seguían con su juego con el profesor la nueva dinámica del aula hacia menos tediosa la clase.

El día del primer parcial yo estaba sin auto y como las clases terminaban a las 10 de la noche tenía que averiguar cómo volver a mi casa en algo que no sea el tren, básicamente lo que necesitaba era averiguar dónde estaba la parada del TALP que va hacia el Cruce Varela.

Así que le pregunte a mis compañeros y a los ayudantes de cátedra y uno de ellos me prometió averiguarme mientras yo hacía el parcial.

La cuestión es que el pibe salió del aula cuando arrancó el examen y cuando volvió me dejó sobre la mesa un papel con las direcciones de las 3 paradas más cercanas.

Apenas volvió a su lugar junto al escritorio el profesor le pregunto qué me había dado. El ayudante le explicó mi problema y el profe se ofreció a alcanzarme hasta mi casa "que le quedaba de camino" ya que él vive en CABA. Le dije que no hacía falta. Y me dijo que lo pensara.

No acepte porque me iba a sentir incomoda con él en el auto, más sabiendo que a CABA desde La Plata se va por autopista y para acercarme a mi casa debería ir por Centenario, lo que le implicaba un desvió de unos 40 minutos.  Así que me volví en bondi a mi casa.

Cerca de las 23:30 me mandan un WhatsApp desde un número que no conocía. Era el ayudante de cátedra preguntando si había llegado bien a mi casa. Le expliqué que todavía no había llegado. Y me pidió que le escriba cuando llegara porque el profesor estaba preocupado por mí.

Me pareció raro y dulce en partes iguales. Así que cuando aterrice en mi casa le mande un "llegue". Me contestó ok. Y murió el tema.

Pasaron unos días y cuando colgó las notas del parcial en el campus me sorprendió mucho que había aplazado a más de la mitad de la comisión y que solo dos teníamos nota superior a 7. Las bebotas del fondo estaban todas aplazadas.

En el grupo de WhatsApp todos estaban muy enojados, pero las 4 del fondo estaban insoportables quejándose sobre lo difícil que había sido el examen. (No había sido difícil, largo sí, porque eran 10 preguntas a desarrollar. Pero absolutamente contestarle si habías leído). Una de ellas me pidió si tenía un resumen para estudiar para el recuperatorio que era esa misma semana y le pase el que el que había hecho, y la piba respondió: - si no apruebo con tu resumen voy a tener que chupársela para que me apruebe.

Lo escribió en el grupo supuse que no sabía que en ese chat también estaba el profesor y sus ayudantes.

Yo me había dado cuenta que al menos uno de los ayudantes estaba, porque de ese grupo era del único lugar de donde podría haber sacado mi número de teléfono.

Así que le mande un privado a la piba para que borre lo que había escrito. Pero ya era tarde.

Situación complicada para la bebota...  En fin. A la clase siguiente tomo el recuperatorio y mientras tomaba dio clases normales al resto.

Cuando la piba entregó el examen el profesor le dijo.

-          Si estudiaste del resumen de tu compañera no te va a hacer falta llevarte nada a la boca…- la piba se puso roja como un tomate. Y yo me sentí en el deber de defenderla.

-          Se sobreentiende que era un chiste.

-          La verdad es que a mí no me pareció gracioso- respondió el profesor.

-          Puede ser que no se lo pareciera, pero esa era la intención de ella.

-          La intención de ella –insistió señalando a la chica- es hacer creer que puede aprobar una materia de la carrera haciendo favores sexuales –me dijo parándose frente a mi mesa y alzándome la voz, físicamente su altura al estar yo sentada me obligaba a mirar hacia arriba, el buscaba resaltar su poder sobre mí, así que me paré para acortar esa distancia apoyé las manos en la mesa, para dar énfasis a mi postura y respondí.

-          ¿Uy! Bájame el tono que nada te da derecho a humillar a la chica.

-          No sé qué saltas, si este tema no es con voz. Deberías aprender a distinguir que batallas pelear y cuando quedarte calla da la boquita.

-           Yo peleo las batallas que se me antojaba y nunca voy a dejar que alguien humille a una chica delante mío. –fue mi respuesta. A lo que contestó:

-          Deberías escuchar lo que dice de vos la misma chica que defender. -Lo mire a los ojos como solía hacer él.

-          No me importa lo que ella pudiera haber dicho en general o de mí en particular, eso no te da derecho a humillar a la piba. –seguí en mi línea.

-          Junta sus cosas y ándate de mi clase. –fue su respuesta- Voy a pensar si te acepto en el resto del cuatrimestre...

Me quedé helada, miré a mi alrededor y todos bajaron la mirada. Lo que me dolió fue que nadie me defendió a mí, ni siquiera la chica a la que yo defendía.

Obviamente salí del aula dando un portazo.

Caliente como estaba no podía manejar así que me fui a tomarme una gaseosa al bar de la facultad.

Apenas había bajado el primer tramo de escalera cuando me alcanzó el ayudante de catedra que me dijo que me quedara tranquila que no iba a perder la cursada. Que el profe sólo quería demostrarme que yo me arriesgaba defendiendo gente que no valía la pena defender. Le dije que me importaba una mierda sus enseñanzas. Que era una cuestión de principios, de no quedarse callado ante las injusticias. El pibe me siguió por los 3 pisos de escaleras mientras yo despotricaba sobre lo injusto de la situación. Al llegar a planta baja me siguió al bar donde hablamos un rato, el tratando de que yo entienda que el profesor sólo trataba de darme una lección útil. Yo convencida que el profesor era un idiota, por lo que me fui con toda la intensión de no volver.

Durante el viaje a mi casa conseguí calmarme y decidí dar la materia libre. Pero al día siguiente mientras estaba en el trabajo, me sonó el celular con una llamada de número desconocido.

-           Hola, ¿Carina?

-          Si, ¿Quién habla?

-          Soy Sebastián, tu profesor… -dijo y lo interrumpí pendenciera-.

-          Mi ex profesor. ¿Qué necesita? –se rio en el teléfono.

-          Sabes que es nunca tuve la intención real de echarte de la cursada, solamente quería ver cuantos de tus compañeros salían a defenderte.

-          Me alegro haber sido un conejito de indias útil –respondí irónica- ¿puedo saber el resultado del experimento social?

-          ¿No te lo imaginas? – no hacía falta tener mucha imaginación para saberlo, en el grupo de WhatsApp nadie había dicho nada sobre el tema.

-          Sí, me lo imagino. –respondí dejando que la tristeza se filtre en mi voz-

-          Sólo el chico que se sienta al lado tuyo abogó por vos.

-          Lucas –dije imaginando quien era mi defensor.

-          Si, ese chico. Nunca va a dejar de sorprenderme como los estudiantes de abogacía no defienden a sus compañeros.

-          Siendo práctica, Lucas y yo somos los dos únicos que aprobamos el primer parcial. El resto depende de la nota del recuperatorio –conteste defendiendo lo indefendible.

-          Sabes que no es eso, ¿verdad? – insistió-.

-          Si.

-          Bueno sólo quería que sepas que obviamente sos muy bienvenida en la comisión, y pedirte disculpas si mi experimento te causo algún malestar.

Con suspiro que me salió desde lo más profundo del alma acepté sus disculpas y me despedí de él y decidí dejar correr el agua debajo del puente.

Pasaron un par de semanas donde todo parecía haber vuelto a su cauce natural. Él uso el incidente para arengar a que no se queden callados ante las injusticas del mundo, que eso era parte de ser un buen abogado, etc., etc., etc. Yo le agradecí a Lucas que me defendiera, las pibas volvieron a bebotearlo, y yo me mantuve al margen.

 

Como un mes más tarde al salir de clases me doy cuenta que me había olvidado las luces del auto prendidas.

Me senté tras el volante rezando para que la batería alcanzará para arrancarlo. Pero no fue así.

Así que como no podía ser de otra forma empecé a darle cabezazos al volante. Mientras me puteaba a mí misma por boluda. Eran las 22 horas y estaba a más de una hora de mi casa.

Estaba regodeándome en mi estupidez cuando siento un golpecito en la ventanilla. Giro a cabeza y ahí estaban el profesor y su ayudante. Muy Divertidos mirándome darle cabezazos al volante del auto.

Baje el vidrio, y el profesor me preguntó que me pasaba. Le resumí la situación y le pregunté si por casualidad alguno de los dos tenía cables para pasar corriente. El ayudante me respondió que no y el profesor que no tenía ni idea como eran.

Le explique y me dijo que se iba a fijar en el baúl del auto. Para hacerla corta ninguna de los dos tenía, así que llamé al seguro. 90 minutos de demora había para mandarme el auto de servicio mecánico... <<Hermoso>> pensé.

Les conté la buenas nuevas y Sebastián se ofreció a ir a comprar algo para cenar. Compró unas hamburguesas en el Mc Donald que está a una cuadra de la facultad y comimos eso sentados en un banco en la vereda, mientras charlábamos de mil cosas insustanciales.

Me llamo la atención que Sebastián tuviera un sentido del humor tan afilado y que su conversación fuera tan distendida y variada.

Como a las once el ayudante dijo que se iba. Yo le di las gracias y los liberé a los dos del compromiso de esperar media hora más. Sebastián decidió quedarse conmigo igualmente.

Seguimos hablando de nada en particular. Hasta que él me dijo:

-          si seguís mirándome así voy a hacer lo que llevas casi dos meses pidiendo. –lo mire sinceramente confundida-.

-          ¿que se supone que te estoy pidiendo? –pregunté

-          llevas todo el cuatrimestre pidiendo que te bese.

-          ¿Perdón? ¿Qué yo hacía qué? -Fue mi respuesta ofuscada-. me parece que me confundís con las chicas que se sientan atrás mío -agregué.

-          ellas son nenas jugando a ser adultas -manifestó- no tienen ni idea de lo que quieren. En cambio, vos sos una adulta que sabe lo que quiere y buscó la forma de llamar mi atención enfrentándome.

-          no estoy segura si me das demasiado crédito o te la tenes demasiado creída -le dije- pero no hay nada más alejado de la realidad que tu interpretación de mis sentimientos o intensiones.

-          vamos Cari, primero me miras a los ojos todo el tiempo sonriendo, después viniste con el cuento ese de que no sabías dónde tomar el colectivo, luego la defensa a Zoe (la piba del fondo), después tu actitud pasivo agresiva por teléfono...

-          nada que ver -lo corte, porque no podía seguir escuchando esa sarta de pavadas-. Mira Sebastián, me parece que viste en cada momento lo que quisiste ver y no la realidad: nunca me tomo el colectivo, si no vengo en auto lo hago en tren. Pero a las 10 de la noche no me parecía buena idea. Segundo ya te dije que defendería a cualquier mujer...

Ahora fue el turno de él de callarme. Pero lo hizo agarrándome de la nuca y besándome.

Me quedé tiesa porque no me lo esperaba unos segundos y después le devolví el beso.

No sé cuánto tiempo nos besamos, en ese banco de hormigón, en la puerta de la facultad. Pero la bocina de un auto nos sobresaltó y nos separamos.

Mire y un Fiat uno estaba parado en doble fila junto a mi auto. El auxilio había llegado.

Nos acercamos y al tipo del auxilio le llevó como 40 segundos arrancar el auto y medir la carga del alternador. Me sugirió que lo deje unos minutos prendido para que cargará un poco.

Sebastián se acercó y me dijo que lo llamara cuando llegara así sabía que estaba bien.  Me dio un beso en los labios y se fue.

Me subí al auto y emprendí el camino casa, confundida y con ganas de mucho más que unos besos de adolescente en un banco de plaza.  Llegando al distribuidor, me di cuenta que yo no tenía su teléfono. Me encogí de hombros. No pensaba preocuparme por eso.

Llegue a casa sin mayores incidentes, aunque no podía dejar de pensar en la forma en que me había comido la boca. Sus labios eras cálidos y mullidos, su lengua jugaba con la mía. Mientras su mano posesiva guiaba mi cabeza para tener mayor profundidad... en fin... había conseguido desactivar todas mis funciones cognitivas con un solo beso.

A los 10 minutos de estar en casa, me llega un mensaje de WhatsApp lo miró, un número no agendado.

Lo abro, y si era él. Preguntando si había llegado bien. Le dije que sí y me dijo si podía verlo al día siguiente en su oficina en Capital. Le explique que tenía que trabajar a la mañana y me dijo que fuera al mediodía. Yo también sabía que teníamos que hablar. Así que acepté.

Estuve toda la noche y toda la mañana dándole vueltas al tema en la cabeza. ¿Qué se le dice a alguien que te comió la boca de esa forma?

Me preocupaba lo que pudiera pasar, todavía faltaba la mitad del cuatrimestre y él tenía que evaluarme. Si bien soy buena estudiante, sé que este tipo de situaciones son una mierda para la persona que no tiene el poder real.

Llegue a su oficina en un organismo oficial y me llevaron a su oficina. Todo muy protocolar.

Me invito a sentarme y me pregunto qué pensaba de lo que había pasado el día anterior.

No me acuerdo que fue lo que le dije. Estaba tan nerviosa que me saltaba la rodilla. él se sentó en la silla de al lado a la mía y me apoyo la mano en la rodilla.

-          ¿Por qué estás tan nerviosa? –me preguntó.

-          No lo sé –respondí con sinceridad-.

-          quédate tranquila, somos adultos y sabes que es lo que quiero de vos. Si vos no querés, está todo bien. Dejamos esta conversación acá y hacemos de cuenta que no pasó nada ayer.

Le explique que no entendía porque me había besado. Que yo no buscaba eso.

Como es lógico, le chabón me empezó a versar sobre lo linda que le parecía, que le había llamado la atención desde la primera clase... etc., etc. Bastante clásico para chamullar.

Volvió a besarme y las cosas empezaron a ponerse más calientes.

Empezó a tocarme las tetas por arriba de la ropa para después meterme mano por adentro de la blusa.

Estábamos en una poción re incomoda (cada uno en una silla una al lado de la otra).

En un momento me hizo parar y me apoyo contra el escritorio para que me siente en él. Y él se metió entre mis piernas y seguimos a los besos.

Me acuerdo haber pensado que hacía mucho que nadie me besaba tanto y tan rico.

Me saco la remera y el corpiño siguió el mismo camino.

Se entretuvo chupando y lamiendo mis pezones y tratando de dejarme un cupón en una teta (cosa que malditamente no entiendo)

Yo empecé a tocarlo entre las piernas y a tratar de desabrochar su cinturón. Cosa que no pude hacer y tuvo que hacerlo él.

Volvió a besarme la boca mientras yo lo pajeaba.

Me susurro al oído: - chúpamela un poquito.

Y bueno me bajé del escritorio, me puse de rodillas y se la lamí de arriba a abajo recorriendo con la lengua su falo depilado (no tenía ni un solo pelo) le lamí los huesos y me los metí en la boca.

El me agarró del pelo y guio mis movimientos para que me la metiera hasta la garganta. Cosa que se me complico un poco. Me ahogó un par de veces hasta dejarme sin poder respirar, y ahí se acabó su posibilidad de manejar el ritmo. Se dio cuenta que no me gustaba eso (¿y a quien mierda la puedo gustar que lo dejen sin respira o le provoquen arcadas?) cuando para recuperar el control de la mamada le apreté la verga con los dientes.

Se la chupe un poco más hasta que me hizo levantar. Me bajo el pantalón y me recostó contra el escritorio. Con las telas pegadas contra la madera. Se puso un preservativo y me la metió hasta el fondo gimiendo bajito.

Fue una cogida rápida profunda y me hizo acabar muy rápido. No sé cómo explicarlo. El tipo sabía lo que hacía. Me llevo de 0 a 100 en menos de 5 minutos. Y me hizo acabar de una forma intensa.

Cuando el acabo. Y mi cerebro se puso en marcha, me sentí más incómoda que antes.

Me acomode la ropa en silencio.

-          Sos todo lo que me imaginaba. -Me dijo.

-          ¿y eso es bueno o malo? -pregunte contrariada.

-          Es muy bueno. ¿Queres ir a comer a algún lado?

-          no debería volver porque curso a las 5. -Comenté sin mirarlo.

-          Quiero que nos sigamos viendo. No busco una relación seria, pero me gustas y me calentas un montón. -Agregó acercándose para besarme de nuevo.

Y sentí en mi panza que todavía estaba excitado. Lo que me hizo pensar en que si se habría tomado algo. Porque no es lo normal en un tipo de Su edad.

Nos vimos un par de veces más, en las semanas siguientes. Hasta que una de las bebotas (con las que había empezado a juntarme para estudiar) me comentó que lo estaba comiendo...

Y lo corte (por decirlo de alguna forma) no porque estuviera comiéndose a otra compañera. No soy celosa, ni posesiva y sabía que entre nosotros sólo era sexo cuando teníamos ganas, yo estaba bien con eso. Sino porque sabía que esa piba se cogía a uno del centro de estudiantes. Y la verdad aprecio mi salud bastante. Si bien usábamos preservativos, yo se la chupaba a pelo y las ETS me preocupan.

Todavía me faltaba rendir un parcial y exponer un tp para aprobar su materia y pensé que podía tomar represalias. Pero no. Me puso las notas que me merecía. Mi promedio era 8,35. Pero me promociono con 9 y el listo día que subió las notas al campus me mandó un mensaje que decía podrías haber tenido un 10....

lunes, 13 de junio de 2022

Cansada

 Hace unos días que estoy de verdad cansada.

Me siento  como una madre soltera con 3 hijos, que tiene que hacer todo sola y solucionar todos los problemas sola.

Y me pregunto para que sigo casada con un tipo que no me suma nada.

Porque si por lo menos me hiciera el amor... bueno podría decir lo aguanto porque me coje rico. Pero ni eso.

Los dias como hoy tengo ganas de no tener ganas. De volver a ser la niña que fui, o de taparme la cabeza con una frazada y dejar que todo a mi alrededor se vaya ala mierda.


domingo, 21 de febrero de 2021

 21/2

Cuando más triste me siento más busco hacer feliz al resto... Es estúpido.

A quien le preocupa mi felicidad, los UE yo quiero, lo que yo siento. A nadie. 

Domingo a la tarde pare un hermoso día de sol para morir. Si solamente tuviera el valor de hacerlo...


viernes, 19 de febrero de 2021

Todo cambia, nada cambia

 19/3/2021.

Hace muchísimo que no escribo nada, tanto que dudo en si sigo pidiendo.

Pero estoy tan triste que necesitaba exorcisar los demonios que me acorralan últimamente.

Pensé en borrar todas las entradas anteriores, de años en que la tristeza y el sentimiento de soledad me hacía buscar en las caricias de otras personas algo que llenará este vacío que a veces no me deja respirar. Pero esa también soy yo. Así que ahí se quedan las aventuras que sólo me dejaban más vacía.

Hoy tengo 41 años y 9 meses. ¿No se supone que a esta edad debería haberme encontrado a mi misma? ¿No debería sentirme plena y realizada? 

Tengo un buen trabajo, dos hijos, un matrimonio estable (casi sin sexo, pero tranquilo) una vida apacible.... Pero sigo sintiéndome vacía y triste.

Empecé una nueva carrera universitaria, escribí 5 novelas que fueron publicadas (si, todas eróticas), viaje, todo lo que el tiempo y el dinero me permitieron... 

¿Cómo se cura la depresión? ¿Cómo se silencian esas voces que me dicen que todo esto no alcanza? ¿Cómo se apagan las ganas de llorar constantes? 


domingo, 9 de junio de 2019

Mi profesor

Alguna vez les paso que alguien los besara en los labios sin querer?
No hablo de un beso… beso, sino de ese piquito accidental que te acierta a la comisura de los labios o a la mitad de la boca y que ocurre, generalmente, producto de un error de cálculo; principalmente cuando una de las dos personas gira la cabeza de más o de menos.
Esta historia comienza así, con un medio beso dado por error.
Los que estudian en la universidad sabrán que la unidad de tiempo no es dia y horas, sino semestres y clases. Así que esta historia, como ocurre en la universidad, vamos a situarla hace dos o tres semestres atrás y a tres clases del final del mismo.
Cursaba yo una materia del primer año de la carrera de derecho de una universidad de la Capital provincial. El profesor adjunto (que nos daba clases todas las semanas) era un Rockstar, un profesor de esos que hacen que tener que levantarte un sábado a la mañana en pleno invierno no sea un castigo divino. Vamos a dejarlo ahí, porque tampoco vamos a decir que era un placer, porque seamos realistas a quien le gusta madrugar un sábado para ir aescuchar la historia del derecho.
La clase gracias a él era amena y entretenida, él tenía muy buena onda y predisposición para tratar a los alumnos.
Tenía varias compañeras que estaban medio enamoradas de él y aunque me parecía un tipo copado e interesante, no llegaba a ver que les atraía. Siempre me hacían gracias las conversaciones en el grupo de WhatsApp los sábados a la tarde donde “las chicas” convertían al adjunto y su ayudante de catedra en un objeto de deseo y comentarios muyyyy subidos de tono.
Faltaban tres clases para terminar: la última clase, el segundo parcial y el recuperatorio de este (al que esperaba no tener que asistir). Estaba parada en el pasillo entre las mesas de los alumnos conversando con mis compañeras cuando llegó el profesor, nos saludó a todos y a las que estábamos en el pasillo (interrumpiendo su paso hacia su escritorio) comenzóa saludarnos con un beso (algo poco común, pero no raro en él) cuando llega a mí, como se imaginaran, gire la cabeza y quede en un ángulo raro por lo que su beso acabó en la mitad de mi boca. Me sonroje y baje la cabeza el me miró un segundo y siguió saludando como si nada hubiera pasado.
Ninguna de las cinco chicas que estaban conmigo se dió cuenta de lo que sucedió así que no comenté nada y lo dejé estar ya que el no beso había sido más culpa mía que suya y sinceramente no era la primera vez que me pasaba algo así.
La clase comenzó y fue como todas las últimas clases que había tenido a lo largo de mi extensa vida universitaria. Yo note que el profesor se me quedaba mirando un par de segundos de más cuando hacia alguna de las intervenciones en respuesta a sus preguntas y aunque esa atención me hacía sonrojar un poco, había decidido no darle más relevancia de la que tenía (pensé que seguramente él estaría calibrando si había girado la cabeza de manera intensional o sólo por accidente)
Terminó la clase y mientras juntaba mis cosas el ayudante de cátedra se acercó a mí y me pidió que me quedara un segundo que él profesor quería hablar conmigo. Lo hizo en voz baja y con mucha discreción asentí y mientras mis compañeras salían del aula les dije que quería preguntarle algo a alprofesor sobre el parcial (tres de mis amigas iban y volvían en mi auto, por lo que me tenían que esperar)
El aula se vació rápidamente y me acerqué al escritorio en el que él estaba apoyado.
-     Me dijo Sebastián que quería hablar conmigo. -consulté.
-     Sí, quería pedirte disculpas por lo que pasó al inicio de la clase. No era mi intensión besarte de esa manera -aclaró mirándome a los ojos, como buscando una respuesta a una pregunta que no había hecho.
No baje la mirada ni me achiqué, recular no está en mi codificación genética (y si alguna vez leíste alguno de mis relatos entenderás porque)
-     No pasa nada, en parte es mi culpa por girarme. -minimicé.
-     Bueno, no quería que te sientas extraña o acosada. -agregó haciéndome sonreír.
-     Se necesita mucho más que eso para que yo me sienta incomoda -respondí- y ni que decir para que me sienta acosada. -agregué sin pensar.
Volvió a mirarme con una intensidad que me desconcertó.
-     Bueno, aclarado esto me voy. -dije y comencé a recorrer el pasillo hasta donde había dejado mis cosas. Tome mi bolso y cuando me gire me choque con él que estaba parado detrás mío. Me rodeo con sus brazos para evitar que me cayera sobre los pupitres. Alce los ojos y sonreí ante mi torpeza. Él estaba serio, bajó la cabeza y me besó.
Me tensé. Llevo demasiado tiempo sin ser aquella chica que vivía su vida sin importarle el que dirán, manteniendo a raya la parte de mi personalidad que es una descocada (ven hace tanto que me reprimo que me cuesta decir de mi misma que era una trola de cuidado).
El profesor me lamió los labios y bue… nada… le respondí el beso.
Nos besamos de manera frenética, solté mi bolso sobre el banco que tenía a mi costado, y recorrí su pecho sobre la ropa. Él metió las manos dentro de mi blusa y comenzó a ascender hacia mis pechos. Perdida en la lujuria del momento no escuché que la puerta se habría hasta que escuché la voz de Sebastián (el ayudante de catedra) diciendo: -disculpen.
Nos separamos le sonreí y dije: -esa es mi señal para irme.
-     Espera, ¿no queres que vayamos a otro lado? -preguntó.
-     No puedo las chicas me están esperando para que las lleve.
-     Está bien. -respondió y efectivamente cuando salimos mis tres compañeras estaban ahí mirándome con cara de interrogante.
En el auto mientras regresábamos, me sometieron a un interrogatorio ya que las tres habían visto a Sebastián abrir la puerta, pedir disculpas y salir.Respondí con una cantidad de evasivas que no me creyeron y menos aún por el estado rojo e inflamado de mis labios.
Durante la semana la culpa, por haber roto la promesa que me había hecho a mí misma de no volver a ser infiel, comenzó a atacarme. Así que a mitad de semana decidí no presentarme al examen y rendir la materia libre en el siguiente llamado que era dos semanas más tarde.
Le avise a mis compañeras que no iba a ir al examen, para que cada una buscara como llegar hasta la facultad ese día.
Sábado…(Lo que sucedió según mis amigas)

Cuando el profesor llegó al aula miro a todos los alumnos que ya estaban ahí y se quedó mirándolas a ellas, cuando los pocos rezagados que aún estaban afuera entraron se acercó a una de mis amigas y le preguntó:
-       ¿y Carina?
-       Nos avisó que no iba a venir a rendir. La va dar en la mesa de libres. -respondió Elba.
-       ¿les dijo por qué?
-       No. -respondió Zulema cortante, yo me había sincerado con ella y le había contado lo que sucedió y como eso me había confundido. .
Gustavo (que es el nombre que le vamos a poner al profesor, para dejar de llamarlo él)se acercó a su ayudante y le dijo algo en voz baja. Enseguida Sebastián comenzóa repartir las hojas del parcial y cuando llegó a uno de los chicos que se sentaban en el fondo le pidió mi número de teléfono sin ningún disimulo.
Cuando terminó de repartir las hojas volvió al escritorio y le dio el papel en el que había anotado mi número a Gustavo.
Yo estaba en mi casa, cuando sonó un mensaje de WhatsApp desde un número desconocido:
 “ Así que no vas a venir a rendir?” como estoy en el grupo de WhatsApp de la comisión es bastante normal recibir mensajes de compañeros que no tengo agendados.
“no, no voy a ir. La voy a rendir libre”
“ en serio vas a dejar que un beso te arruine la cursada?”
“quien sos?” -pregunté.
“Gustavo” -pensé en clavarle el visto y no responderle. Pero… que se yo, llevaba una semana con la cabeza demasiado alborotada como para poder controlarme.
“no es por el beso, es un poco más complicado que eso”
“explícamelo, por favor” ­- pidió. Yo me pregunté cómo le explicaba que su beso despertó una parte de mi personalidad que me había costado mucho reprimir. Que si otra vez nos quedamos solos no iba a saber decirle que no, que estaba cansada de ser la “chica buena” que cumple con todos los roles sociales que le han sido asignados, sin importarle que la vida que está viviendola tiene bastante hastiada????
Como le explicaba que unos años atrás me hubiera importado una mierda que mis amigas estuvieran esperando y me lo hubiera tirado en el aula, que seguramente me habría arrodillado y se la hubiera chupado hasta dejarlo seco?
No todo eso no se lo podía decir, así que respondí:
“soy casada” que escusa más patética pensé,mientras miraba que él me estaba escribiendo.
“yo también, y te juro que nunca le fui infiel a mi mujer” - ¿que se le contesta a eso? me preguntaba, cuando vi que estaba escribiendo de nuevo- “no importa que no quieras nada conmigo, vení a rendir el examen. Me sentiría muy culpable si perdes la materia por mi”
“ya es tarde, no te parece?” -respondí.
“no, con que llegues antes de las doce podes rendir” eran las nueve y veinte. Tardaría cincuenta minutos hasta la facultad, lo medité unos minutos. Y me decidí:
“voy” -fue mi respuesta.
Tarde una hora en llegar cuando entré al salón 25 pares de ojos se voltearon a verme.Sonreí sonrojada.
-          Perdón profesor.Tuve problemas con el auto -dije acercándome a su escritorio-.¿Puedo hacer el examen?
-         Sí, claro. -respondió mientras yo me sentaba en el primer banco vacío. Sebastián me dio la hoja con las preguntas y me dispuse a responder.
Mientras yo escribía lo más rápido que podía a las cinco preguntas el aula comenzó a vaciarse. Tenía sentimientos encontrados, por un lado quería que nos quedemos solos y por el otro quería salir corriendo. Inevitablemente el aula se vació y nos quedamos los tres solos.
Gustavo se acercó a mí.
-       ¿Cómo vas?.
-       Bien, me faltan dos respuestas.
-       No hace falta que las contestes, te voy a aprobar igual.
Lo miré a los ojos indignada: - no hagas eso, no quiero aprobar de favor. Si vamos a hacer esto, me vas a poner la nota que me merezco.
-         ¿si vamos a hacer qué? -preguntó.
Lo mire en blanco y me encogí de hombros y volví a escribir.
-       ¿Es tu manera sutil de decirme que si quiero acostarme con vos tengo luz verde?- asentí sin dejar de escribir. Me tomó de la barbilla levantó la cara y me dio un suave beso en los labios. Se levantó y le dijo a su ayudante (que había sido testigo de todo el intercambio) que salía a fumar y que él se quedara.
Termine el examen quince minutos después. Me acerque a Sebastián y él me dijo: - es un buen tipo y es la primera vez en cinco años que lo veo comportarse así con una alumna.
-       No sé cómo interpretar esas palabras -respondí sincera.
-       No entiendo demasiado lo que paso la semana pasada. Sólo sé que se la pasó hablando de vos toda la cursada, interpretá eso cómo quieras.
Le sonreí. -¿Qué queres que te diga? Me confunde. Mucho. Yo no busca nada con nadie y la semana pasada me encontré besándolo fuera de control.
-       ¿sos casada?
-       Sí.
-       Ya veo. Ser infiel la primera vez es complicado,porque te llena de culpa. Pero pensé que si todo estuviera bien en tu pareja le hubieras dado vuelta la cara de un sopapo al primer intento de besarte.
En ese momento casi me rio. Sus palabras estaban tan alejada de la verdad como el sol de la tierra. Pero la realidad era mucho más compleja de explicar.
Salí del aula y mis amigas me esperaban para interrogarme.
Le inventé algo (ya no recuerdo, que) y fui al baño. Cuando salí me sonó el celular era Gustavo que me pedía que lo vea en su oficina. Les dije a las chicas que me iba a quedar estudiando en la biblioteca. Para que ellas se fuera y Zulema que leyó mucho más en mis palabras que lo que decían, las convenció de irse.
Llegue a su oficina y toque la puerta. Entré, cuando medio paso, y él me asaltó empujándome contra la pared. Empezó a besarme. Mi bolso cayó al piso con un ruido sordo.
Sus manos recorrían mi cuerpo frenéticas y yo no opuseninguna resistencia, todo lo contrario, metí las manos debajo de su ropa y comencé a tocarlo. El me besaba el cuello y yo suspiraba con fuerza conteniendo los gemidos.
Acaricie su entre pierna sobre la ropa y él ni lento y perezoso de desprendió el pantalón para que lo tocara. Así lo hice, comencé amasturbarlo el volvió a besarme, mientras me acariciaba los pechos que habían Sido liberados del sostén.
Me agache y cumplí con mi fantasía de hacerle unafelatio. Su verga era normal, algo más gruesa que el promedio. Estaba limpia y olía agradable. La recorrí con mi lengua para humedecerla y que mis labios se deslizaran con suavidad. Me la metí completa en la boca, mientras la succionabaun poco. Al parecer eso le encantó porque soltó un gemido profundo y gutural que cortó el silencio del despacho.
La chupé un rato tratando de que entrara toda en la boca,sentí como la falta de práctica hacia que me costara conseguirlo. En ningún momentoGustavo trato de guiarme o forzarme a que tomara más de sí.
-       Pará, para -pidió-. No quiero correrme en tuboca.
Me hizo levantar y me levantó la blusa para dejar mispechos al aire. Comenzó a chupar, morder y estirar los pezones con los labios ydientes, mientras sus manos me desprendían el pantalón y se internaban entremis piernas en la búsqueda de mi clítoris. Me acariciaba con destreza arrancándome suave gemidos. Mi cuerpo se tensaba en búsqueda de la liberación cuando dejo de acariciarme. Me giro dejándome apoyada contra la pared. Escuche que algo caíaal piso y me gire para ver que se estaba poniendo un preservativo. Me baje másel pantalón hasta que quedo enroscado en mis tobillos. Me penetro profundo y fuerte. Sus estocadas no tardaron mucho en llevarme al límite y en hacerme caeren un dulce orgasmo. Tres o cuatro movimiento más el me acompañó.
Nos quedamos unos minutos recuperando el aliento. Nos vestimos en un incómodo silencio, que el rompió al decir: -te voy a desaprobar este parcial, así venís la semana que viene al recuperatorio.
-       Eso es injusto. -protesté.
-       Injusto sería aprobarte y que desaparezcas, como seguramente pensas hacer.
Me sonroje con fuerza.
-       No quiero dejar de verte. -insistió. Sonreí y me encogí de hombros.
-       ¿Hasta que el cuatrimestre que viene encuentres otra alumna? -pregunté sin pensar.
-       Sé que no me vas a creer si te digo que nunca había hecho esto. Así que me voy a ahorrar la discusión sin sentido. No desaparezcas,por favor.
-       No sé qué hacer. -Respondí confundida.
-       Déjate llevar y mientras duren las ganas de estar juntos, lo hacemos.
-       ¿sin reproches y sin compromisos? ¿solo stienemos ganas y si nuestros horarios coinciden? -preguntó la vieja yo haciéndose cargo de la situación.
-       Así es. -me contestó sonriendo.
A la mierda todo, pensé mientras asentía.







 

sábado, 20 de agosto de 2016

Luis y Tomás. mass de la oficina


¡Dios! Creo que nunca en mi vida necesite tanto escribir como hoy…

Creo que quizás poniendo en letras las imágenes que guarda mi cabeza pueda exorcizarlas.

Los que alguna vez han leído mis textos no se imaginan para nada lo que voy a describir ahora, así que si no les va lo “gay” H-H no sigan leyendo.

Sí, es lunes otra vez. Y otra vez estoy mirando las grabaciones. Las cosas en la oficina están tan tranquilas que me aburro horrores, están casi tan aburridas como mi vida privada. Me preparo le equipo de mate y me siento a observar, como una voyeur de medio tiempo, la vida en la oficina.

En el fondo me gustaría que entrara alguno de los chicos y me pidiera que saltara o no informara tal o cual día. Pero no sucede nada.

Las horas van corriendo rápidamente en las seis cámaras. En la cámara tres (la que graba lo que pasa en mi sector) veo como dos de los chicos, tomas y Luis para ser más específica. Discuten acalorados. No abro la ventana, porque yo estaba durante la discusión. Se habían peleado porque Tomás Apoya las políticas neoliberales del gobierno y Luis es todo lo contrario, aunque él se define como peronista, yo diría que es más marxista… en fin no es importante.

Se ve como Emiliano y Fernando intervienen para que la discusión no pase a mayores.

Luis sale de la oficina muy enojado y puedo ver que se va al patio (el patio es un pequeño espacio de 3 X 4 metros, rodeados de muros y con una sola planta, no hay nada, ni sillas ni nada) ahí no hay cámaras, así que solo lo sigo hasta que cruza la puerta de vidrio y a través de ellas puedo ver sus pies ir y venir y supongo que estará fumando para calmarse. Veo que Mauro sale al patio a hablar con él.

No abro ninguna ventana. Ni la discusión ni la posterior ni las arengas para que se calmen son interesantes. Así que lo dejo pasar a velocidad 4X.

Me veo a mi misma juntar mis cosas y salir (siempre me va resultar raro verme a mí misma… en fin), pocos minutos después que yo se van Ver, Mauro y Emiliano. Luis está sentado en su box, golpeando el teclado y Tomás escribe a mano.

Veo que los chicos de la mesa de recepción se acercan y al ver que son pasadas las dos de la tarde supongo que ya se van.

Luis y Tomás se quedan en sus escritorios un rato más. Hasta que Luis se levanta y se va a la cocina. Vuelve con dos tazas y le deja una a Tomás que alza la cabeza y lo mira. Dice algo…

Pauso el video. Saco del cajón los auriculares y me los pongo. Abro la ventana tres.  Retrocedo un poquito la grabación y observo.

-              ¿Tendrá veneno? Pregunta Tomás. Luis sonríe.

-              No, pendejo. Es solo una sopa instantánea.

-              No me digas pendejo. pensé.

-              ¿Cómo no queres que te diga pendejo, si te portas como uno? Respondió Luis. Dejando la taza sobre el escritorio de Tomás.

-              ¿y cómo se supone que se porta un macho adulto, de verdad? Preguntó Tomas con ese tono clasista que suele desesperar a Luis (y porque no decirlo a mi también) parándose y poniéndose frente  a Luis. Quedaron a escasos centímetros uno del otro.

En ese momento no sé qué paso. Y miren que retrocedí y volví a pasar el video varias veces en cámara lenta. Un segundo después se estaban comiendo la boca. SIIII. Dos tipos que hasta ese preciso momento yo jamás y re afirmo, jamás hubiera pensado. Se comían la boca mutuamente.

¿Por qué nunca los hubiera creído capaz? Porque los dos tienen parejas, mujeres. Uno está casado y el otro de novia hace mucho. Uno de ellos es muy misógino y el otro roza lo homofóbico… ahora que lo escribo me doy cuenta que para algunas cosas aun soy bastante ingenua. En fin… Sigo.

Las manos de uno y del otro se escurrieran entre las piernas de su partener, hasta que los pantalones fueron desprendidos. Luis le puso la mano en el hombro a Tomas y lo empujó hacia abajo y él no puso demasiada resistencia.  Al principio le chupaba el glande poco a poco, le pasaba la lengua por toda la polla hasta los huevos,  estuvo así varios minutos hasta que Luis le dijo:

-Comete la polla quiero ver cómo te la tragas. ( pensé, pero no cerré ni apure el video)

Tomas se la metió en la boca y tragaba lo que podía. Empezó un mete-saca bastante rápido en el que Luis aprovechaba para apretarle del cuello y metérsela masa. Tomas hizo una arcada y se separó.

-              Acóstate en el piso de costado. Le indico Tomas a Luis. cuando este lo hizo. Tomas se acomodó y quedaron en un 69 de costado. Luis no necesitó que le indicaran nada más y comenzó a comer pija.

Por el sonido de los gemidos estoy casi segura que el primero el acabar fue Luis pero tomas apenas tardo nada en llegar. Ambos tragaron como unos campeones (y permítaseme la opinión: se nota que no era la primera vez que lo hacían)

Los dos se levantaron y acomodaron la ropa. Tomás fue el encargado de romper el silencio.

-              ¿telo? Preguntó sonriendo.

-              Si… acá es incómodo. Respondió Luis antes de ir a su Box y juntar sus cosas para salir los dos.

A veces pienso si en todas las oficinas pasan estas cosas…

sábado, 13 de agosto de 2016

trio en la oficina


Estaba sentada a desgana en la pc. Llevaba mirando la maldita pantalla casi una hora.

Si era otra vez lunes, otra vez me tocaba mirar los videos de las cámaras de seguridad antes de borrar el archivo. De todas las funciones que tenía dentro de la oficina está la peor y tener que hacerla los lunes a primera hora no ayudaba nada. Sabía que había sido una semana tranquila por lo que esta revisión era más rutina que otra cosa. Siempre me pregunto ¿por qué no borro los archivos de una? Pero el recuerdo de mis compañeros enrollándose entre ellos, siempre me hace revisar las cámaras.

Como siempre las imágenes de lo que sucede en las cuatro oficinas, el pasillo y la cocina circulaban a una velocidad de x4, en una pantalla dividida en 6 partes, mientras yo me pregunto cómo es que termine siendo la encargada de las cámaras de seguridad.  Algo me llama la atención y detengo las imágenes. Con unos breves comandos del teclado amplio la imagen de la oficina de mi jefa y las retrocedo.

Mi jefa es nueva, ya que mi exjefe se jubiló. La que tenemos ahora es una mujer divorciada recientemente, alta (como de 175 cm) pelo a la altura de lo hombros, ojos cafés claros, buen físico y bastante hueca. Suele venir a trabajar con unas minifaldas completamente fuera de lugar y le coquetea a todos los tipos mínimamente pasables que se paran del otro lado del mostrador.

Como casi todas las cuarentonas que se divorcian después de haberse casado joven, es bastante zorra.

Desde que ingresó a trabajar tengo muy en claro que prefiere a los hombres y que yo sea la única mujer (de mi área, ya que en las otras dos áreas hay  cinco mujeres mas) no colaboró para nada con la relación entre nosotras.

Miro la pantalla y vuelvo a ver lo que me había llamado la atención.  Emiliano (uno de mis compañeros) entra en la oficina y se va a un rincón ciego de la misma. Veo que ella se gira y habla, así que supongo que es con él. Luego noto una mano en la nuca de ella y que se agacha hacia adelante sin levantarse de la silla.

El rítmico movimiento de su cabeza es indicativo de lo que está haciendo. La observo absorta unos minutos. Si hay algo que no puedo negar es que tiene buena técnica y que le pone ganas a la felación. 

De repente se me prende la lamparita. Nuestras cámaras graban con audio (algo que agregaron cuando hubo un conflicto importante y hubo que hacer intervenir a la policía). Bloqueo mi terminal  de trabajo y voy en busca de unos auriculares a mi auto.

Cuando vuelvo y me los pongo, el sonido de una respiración agitada me hace sonreír. Es obvio que a Emiliano le encanta lo que mi jefa (¿les dije que se llama Gabriela?) le está haciendo. El sonido de un gemido profundo anuncia que Emi había alcanzado el orgasmo y la manera en que Gabriela se relame me dice que se ha tragado hasta la última gota como una campeona.

Me encantaría haber visto la pija de Emiliano para poder describir con más detalles, pero estoy segura que él conoce cuales son los puntos ciegos de las cámaras y se coloca ahí a propósito.

 Una mano en mi hombro me hace saltar de mi silla, asustada. Giro rápidamente y veo a Lucho reírse divertido.

-          ¿Qué veías tan atenta? Me dice aun riendo.

-          Nada… respondo quitándome los auriculares. Me pregunto cuanto hace que está parado detrás de mí.

-          ¿estas chequeando las cámaras?

-          Sip. Me limito a contestar. Él, como todos en la oficina, saben que  reviso las cámaras y que normalmente lo hago con las seis pantallas en simultáneo salvo que haya algo importante donde me centra en una sola filmación.

-          ¿Qué pasaba en la oficina de la jefa? Me pregunta directo. Me sonrojo y pienso en una mentira creíble.

-          No mucho, estaba viendo como Gabriela se  guardaba dos resmas de hojas en el bolso. Me causo gracia. Respondo encogiéndome de hombros.

-          ¡ah! Yo venía a pedirte queme copies en un pendrive y después  borres el jueves de desde las 2 a las 4 sin mirarlo. Me pide sonriendo de lado.

Lo miro a los ojos y frunzo el ceño.

-          ¿Qué cámara? Pregunto.

-          La oficina de la jefa.

-          Veamos, dame una buena razón para borrarlo. Pido sin dejar de mirarlo a los ojos.

-          Emiliano y yo nos quedamos después de hora terminando unos informes y bueno… Gabriela también se quedó… y… una cosa llevo a la otra… balbucea incoherente, sin un ápice de la arrogancia que tenía hace unos minutos.

-          A ver si entiendo. ¿Emiliano y vos se cogieron a la jefa en su despacho? ¿y me estas pidiendo una copia del archivo?

Lucho asiente sonrojado.

-          ¿para qué quieren el video? Porque me imagino que Emiliano y vos acordaron que vos me ibas a pedir el video, porque tenemos más onda o alguna estupides de ese estilo. Argumento enojada.

Ojo no me mal interpreten, no son celos ni nada parecido. Estoy casi segura que me molesta porque sé cómo un video de ese tipo puede arruinarle la vida a una mujer.

-          Lo queremos de recuerdo. Argumenta él.

-          No. Respondo escueta.-  Puedo borrar el archivo y no decir nada. Pero copiarlo, definitivamente no.

-          No seas forra. Me increpa.

-          No pienso hacer una copia. Salvo que sea para mandarla a La Plata. Lo amenazo seria.

-          Está bien. Recula. – bórralo por favor.

Asiento y me giro para ponerme frente al monitor.  Un minuto después me giro y veo que el aun esta en mi box.

-          ¿querías algo más? Pregunto cada vez más cabreada.

-          Esperaba a que borres el archivo. Me responde desconfiado. Ahora tiene miedo que más de una copia a La Plata.

-          Me dijiste jueves después de las dos, cámara tres y voy mirando recién el martes. Cuando llegue al jueves lo borro. Respondo.

-          Está bien, me contesta de mala manera y se va.

Bloqueo la terminal y voy a prepararme el equipo para tomar unos mates. Cuando vuelvo, veo que alguien trato de desbloquear la terminal ¡dios, que tipos más predecibles! Me acomodo y me dispongo  a poner las cámaras  en multa pantalla y observo la pantalla tomando mates.

Pasa las filmaciones del martes y en la del miércoles veo en la cocina a Amy de recepción montándoselo con Tomas, uno de los chicos de mi área. (Pero eso lo dejo para otro relato). Sonrió, creo que soy la única que no se coje a nadie en esta oficina.

Llego al jueves a las dos y veo como Emi y Lucho están girados en sus box conversando con Gabriela que está sentada en una silla en medio del pasillo.

La conversación se pone caliente. Emi le pregunta si alguna vez se acostó con dos tipos a la vez. Ella dice que no y él la desafía a tener un “encuentro” con ellos  y ella les dice:

-          Dos hombres, doble trabajo, doble placer. Y se levanta. Los dos chicos se apuran a seguirla. Y yo me apuro a cambiar de cámara.



Entraron al despacho y ellas les pidieron que le hicieran un sandwichito. Que los chicos se apuraron a complacer Emi, quedo por delante y Lucho por detrás.

Emi se refregaba contra ella, besándola en la boca mientras le tocaba las tetas mientras Luche le lamia el cuello y se lo mordisqueaba y le frotaba la pija en el culo.

Emi le sacó la blusa, y con una coordinación casi practicada Lucho le desabrochó el corpiño.

De manera casi automática cada uno de los chicos se prendió de una teta, como des bebes hambrientos, mientras las manos de los jóvenes recorrieran las distintas partes del cuerpo de la madura mujer. Lucho le levantó la minifalda y para mi sorpresa Gabriela llevaba liguero. Uno de los chicos murmuro su aprobación ante el atuendo u Emiliano comenzó a tirar de un lado de la tanga para tratar de romperla.

Conseguir su cometido le llevo como cuatro intentos.  Emi se agacho y comenzó a lamerle la vagina. Los gemidos de Gabriela iban en crescendo. Lucho le apretaba y estiraba los pezones mientras le comía la boca a la cuarentona.

El primero en quitarse el pantalón fue Lucho. Mientras los gemidos iban torturando lentamente mi pobre y sobre estimulado cerebro. El plano de la cámara (desde arriba y en un Angulo de unos 60 grados) no me dejaba ver muchos detalles, digamos… fisonómicos.

-          Emi. Necesito metérsela. Indicó lucho. Lo que hizo que el otro se pusiera de pie y mientras este último se desvestía el otro llevaba a Gabriela frente al escritorio y la inclinaba sobre este, para sin mediar palabra clavársela hasta el fondo. El gritito de (creo yo) dolor mesclado con placer de la jefa me obligo a bar el volumen del audio.

Mientras Lucho le daba fuertes y certeros golpes de cadera. Emiliano se sentó sobre el escritorio y me puso la pija en la boca a Gabriela. La que ni lenta, ni perezosa, comenzó a chuparla y a metérsela en la garganta.

 La mirada de Emiliano directo a la cámara, seguida de un guiño me llamó poderosamente la atención. Hasta que vi como tomaba de la cabeza a la chica y la obligaba a tragarse toda la pija. Se notaba que la estaba ahogando porque ella hacia fuerza para zafarse. Cuando la soltó ella protestó.

-          Así no Emi. No me gusta que me la entierres así.

La respuesta de mi compañero fue volver a meterla la verga hasta el fondo de la garganta a la fuerza mientras le decía:

-          Ahora no sos mi jefa, putita y vas a hacer lo que a mí me dé la gana. Concluyó para soltarle la cabeza y que ella aspirara aire con fuerza.

Me sorprendió que ella no protestara más o incluyo que diera por terminado el episodio. Lo que me llevo a pensar que el placer debería ser muy superior a la incomodidad.

Mi mente divagó y se me ocurrió que a lo mejor yo podría pedirles que me hagan lo mismo a cambio de una copia de este video y así terminar mi época de celibato por todo lo alto.

Lo medité y me di cuenta que jamás lo haría. Ellos no eran tipos feos. Pero ninguno me calentaba ni un poco. Nunca en los años que llevamos trabajando juntos me habían arrancado ni siquiera una fantasía.

La voz de Emiliano me devolvió a la “realidad”:

-          ¿Queras que te penetremos los dos? Consultó a Gaby.

-          Por la cola no me gusta. Murmuro ella con los labios sobre la cabeza dela pija de él.

-          Eso se soluciona fácil. Dijo el bajándose la mesa.

Se acercó a Lucho que seguía metiéndosela hasta el fondo. Y le susurro algo al oído.

Lucho sonrió perverso, sacando la verga de la vagina y dándole una sonora nalgada. Que recibió un gemido por respuesta.

-          Vení y clávate mi pija. Indicó Emiliano sentado en la silla que hay para las “visitas”. La cuarentona obedeció sumisa.

Cuando se hubo empalado con el pene de Emi. Él la abrazo y la obligo a pegarse a su pecho. Lucho se acercó por detrás y con algo de esfuerzo comenzó a penetrarla.

Yo creí que pese a que ella no quería Lucho la estaba cogiendo por el culo. Pero me equivocaba garrafalmente.

-          No… por favor… no me penetren los dos por la concha. Gemía y sollozaba Gabriela. Mientras Emi la inmovilizaba con su abrazo.

Lucho fue el que comenzó a moverse,  mientras ella cada vez protestaba más fuerte.

Emiliano tomándola por la cintura empezó a subirla y a bajarla, mientras la besaba para amortiguar las protestas.

-          Dios, esto es genial. Fue lo único que dijo Lucho.

-          Me duele. Gimió Gabriela.

-          Hubieras entregado el culo. Aclaro Emiliano.

Lucho metió una mano entre el cuerpo de la chica y su compañero y las protestas cambiaron rápidamente a gemidos de placer.

Emiliano abandonó los labios de Gabriela y comenzó a morderle los pezones.

(A mí me sorprendió como Lucho podía aguantar de esa manera las flexiones de rodillas. Sinceramente debe de haber hecho unas cincuenta sentadillas cortas… el viernes  le deben haber dolido los muslos una barbaridad)

La frase pronunciada por lucho me saco de mis cavilaciones:

-          Si no tomas pastillas vas a tener que comprarte la del día después. Comento y la frase me hizo gracia.

-          ¿vas a acabar? Preguntó Emiliano.

-          Sí. Gimió Gabriela y Emi volvió a sonreírle a la cámara, desconcertándome.

Los gemidos de Gabriela se hicieron realmente fuertes, para caer desmadejada.

-          Tírala en el piso. Ordenó Lucho saliendo de interior de la mujer.

Emi la apoyo con bastante poco cuidado en el suelo y luego ambos se arrodillaron al costado de ella; uno de cada lado.

Para empezar a masturbarse.

-          Abrí la boca. Ordenó Lucho. Dos segundos antes de que un chorro de semen bañara la cara de mi jefa.

Emiliano se rio y poniéndose entre las piernas de ella se la clavo hasta el fondo gruñendo.

Lucho lo miró sorprendido.

-          No íbamos a dejar que esa concha caliente se quede sin su ración de leche.

En silenció, ellos, se vistieron. Ella aún estaba desmadejada en el suelo. Lucho se acercó y le preguntó si estaba bien. Ella dijo que sí. Que nunca lo había pasado tan bien. Los chicos se rieron y sin importarle que ella aun estuviera tirada en el piso salieron del despacho.

Minimice la ventana y medité unos segundo sobre qué hacer con ese video.

Buscando un CD. Copie el segmento del archivo y genere un nuevo documento bajo el nombre “incidente 14” y lo grabe en el Compacto. Para luego guardarlo en mi bolso. Decidí que este video iría a mi reserva de información, junto con todos los otros videos de mis compañeros cogiendo entre ellos.